sábado, 8 de diciembre de 2012

Lys Green: Rechazo


No me creerás.

Pero sé lo que es.


Lo he sufrido cada día durante años. 
Y también he sabido lo que es la frustración.
Tenía unas expectativas que no se cumplieron.
Como yo no cumplí las tuyas.
Esa noche, las mías simplemente habían cambiado en pocas horas por las circunstancias, pero quise acudir a decírtelo en persona.
No quiero que te sientas rechazado por mí, porque no rechazo ni rechazaré nunca a la persona.

Si algo rechazo es el presupuesto de partida... de este maldito foro, tan pernicioso para los que crecimos sobre nuestras inseguridades, sueños y fragilidades. Hay que curtirse. Pero cuesta endurecer la piel y blindar el corazón. El precio son las largas e inquietantes esperas, las lacerantes decepciones, las hirientes confirmaciones de nuestros temores, las noches frías y solitarias, el reloj implacable.
Aquí las reglas del juego son las que son... pensaba que las conocías. 
Aquí, el romanticismo no cabe. No ahora. No de entrada.
Salvo en los sueños... que solo son sueños.

Asumimos que quedamos sin compromiso, sin expectativas, aunque la burbuja de nuestros deseos construida sobre la base etérea de la complicidad y la seguridad tras la palabra escrita nos llevara por unos derroteros distintos de aquellos a los que nos aboca el aire frío y húmedo de la noche, las ruedas sobre el asfalto, el minutero del reloj de pared, el picor de nuestros ojos agotados por el estrés cotidiano y la razón reencontrada al salir del chat. Igual que se van cerrando las ventanitas hasta que por fin apagas el ordenador, uno a uno se van cerrando todos los sueños. Se hacen pequeñitos hasta desaparecer, o se desdibujan en la bruma nocturna a través del parabrisas. El bote de Red Bull vacío te recuerda que lo real es la compra que no hiciste y las horas que le robaste al sueño; las llamadas perdidas en el móvil evocan a esas personas en que no pensaste durante unas horas; la parada en la gasolinera te da un respiro para frenar y pararte a pensar "¿Qué coño estoy haciendo?" Todo eso es real, cotidiano, palpable.

A veces, lo que frustra nuestras expectativas es distinto de lo que otros esperan, o de lo que se ve en la superficie.
¿De verdad piensas que las expectativas que tú crees no haber satisfecho pesan más que las que yo no cumplí a tus ojos?
Seguramente me consideraste un ser banal y superficial. Un engaño.
Un atentado a esa imagen ideal que habías ido bosquejando y perfilando a ciegas.
Tampoco yo era tu tipo... ¿El físico cuenta?
En este mundo de intercambio rápido... puede que sí. A modo de tarjeta de presentación.
Pero... ¿de verdad cuenta?
En realidad, no tanto. Aunque este mundo sea atípico.
Lo que cuenta es la persona. Y la persona que intuyo detrás, yo la sigo viendo.
Yo deseaba encontrar a esa persona y el deseo físico y hormonal se había esfumado por mi situación anímica y sentimental. Eso fue lo que viste en mis ojos.
Déjame decirte que no dormí esa noche pensando en lo que vi en los tuyos y en lo que leí en tus mensajes.

"No me escribas.
No quiero saber nada de ti.
No quiero volver a sentirme rechazado."

Lo que yo vi fue a alguien que había construido un castillo de piedra y no de humo en pocas horas.
Alguien que con cada tac del reloj daba una palada para cavar un foso en torno al castillo, y con ella enterraba poco a poco la realidad que lo circundaba.
El sufrimiento es pasajero, entiérralo también y abandona esa fortaleza gélida y desolada.
La persona cuya mirada se cruzó con la tuya te decepcionó con su actitud.
Pero debes saber que la persona tras las palabras sigue ahí.
No voy a desaparecer.
Solo déjame decírtelo.
Lo siento.

La mañana se abrirá serena y la lluvia habrá limpiado los sueños.
No dejes de abrir la ventana para inundar tus pulmones de aire limpio.
Deja que el sol te bañe y te recargue de nuevas ilusiones.
Haz que tu piel se curta.

Pero nunca, nunca, dejes de soñar.
Los sueños, aunque solo sean sueños, son sinceros.

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