domingo, 5 de agosto de 2012

Lys Green: Cosas que hacer una mañana de domingo sofocante

Domingo por la mañana...

Las nubes matutinas no dejan escapar el calor pegajoso. Abro todas las ventanas de la casa para que se escape y se atenúe este sofocante bochorno, que concentra el sudor al final de mi espalda, en el canalillo entre mis senos y en la cara interior de mi muslos, hasta que una ligera y juguetona brisa se desliza entre mi piernas y lo convierte una agradable sensación de frescor momentáneo.




Qué pereza... Tengo que cambiar las sábanas... Esta es la habitación más fresca de la casa, y aún así cada pequeña acción aumenta la temperatura de mi cuerpo y amenaza con minar mis fuerzas. Esta noche apenas he dormido, y mi mente brumosa y espesa me incita a echarme un rato más; pero no, no cedas.... El contacto del cubrecolchón se me antoja excesivamente cálido y agobiante. Descansa un rato, siéntate en el fresco suelo y apoya tu espalda en la pared.
No sé si te dije que rebuscando en las viejas cajas del trastero encontré una joya, la vieja Polaroid de mi infancia. He comprado papel y sorprendentemente estoy viendo que aún funciona... Retorno al pasado...






 La pesadez de mis músculos aún dormidos me inunda y cierra mis párpados, qué placidez... Pienso en ti ahora, como pensé en ti anoche y al despertarme. Pienso en cuando transcurran las tres semanas que nos toca pasar separados, sin tocarnos, sin besarnos, sin dormir abrazados, sin sentir tu cuerpo pegado al mío cada vez que me despierto sobresaltada en medio de la noche... lo necesito... Necesito que la calidez de tu piel me recuerde que puedo dormir tranquila, que a tu lado estoy segura y que soy tuya y eres mío.


 Mmmmmm. La calidez de tu cuerpo... El sudor se acumula en las corvas de mis rodillas y pequeñas gotitas discurren ahora hacia la parte interior de mi muslo. Uff, qué calor.... Separo el vestido de mi cuerpo dando pequeños tirones para que la brisa se cuele subrepticiamente a jugar con mis senos, que amenazan con provocar nuevos riachuelillos de gotitas culebreando hasta mi ombligo si no se refrigeran a tiempo...  

Mmmmm, cierro los ojos y recuerdo tus manos, tus labios, tu lengua y la pluma con la que jugaste aquel día sobre mi cuerpo desnudo, tras cubrir mis ojos y atar mis manos y mis pies con pañuelos de seda para hacerme prisionera complaciente de tus agradablemente perversas intenciones. ¿Te dije que desde ese día padezco sin solución de recuperación y de manera crónica el síndrome de Estocolmo?




A pesar del calor, siento un deseo irrefrenable de apretar mis muslos en torno a mis manos mientras mis dedos se deslizan entre mis labios y buscan ese minúsculo botoncito que activa el placer y lo acelera de 0 a 100 en cuestión de segundos, hasta que me salto todos los límites de velocidad. Pensando en ti...


Ahora me siento aún más aletargada, acalorada y sofocada que hace unos minutos, así que decido reposar un poco más y dejarme llevar por mis ensoñaciones... Mmmmmmmm, te echo de menos, te quiero a mi lado, quiero hacer travesuras contigo y jugar y descubrir nuevas sensaciones los dos juntos... Creo que voy a tardar toda la mañana en cambiar las sábanas...

Pienso en ti... Piensa en mí...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios